Liberty Bell: la primera máquina tragamonedas de la historia

Escrito por: Antonio Caro, Editor | Revisado por: Humberto Fernández, Editor jefe
Última Actualización Sep 20, 2024

El mundo del juego online no siempre ha sido como lo conocemos hoy en día. El sector de los casinos en línea ha avanzado mucho a lo largo del tiempo y la tecnología ha tenido mucho que ver en ese desarrollo masivo que ha experimentado. La evolución de la rama no se puede explicar sin el crecimiento de los juegos de casino.

Los juegos de naipes no se llevan a cabo de la misma manera que hace un par de siglos, las variantes de la época tampoco son iguales a las de la etapa más contemporánea y las máquinas de apuestas de entonces no tienen nada que ver con las de la actualidad. Pero como siempre hay un origen en todo, nos resulta interesante investigar acerca del germen de la disciplina más popular de las salas de juego: las máquinas tragamonedas.

Corría el año 1890 cuando se comenzaron a fabricar las primeras máquinas de poker. ¿Por qué de poker? En el siglo XIX los salones que ofrecían disciplinas de azar se centraban sobre todo en brindar espectáculo con los juegos de naipes. Eran los que realmente tenían tirón entre los jugadores y daban pie a la organización de torneos.

Blackjack y baccarat ya andaban bajo la lupa de los más osados de la baraja francesa, pero el auténtico rey era el poker. El primer artilugio constaba de cinco columnas y otorgaba premios en función de la fortaleza de la mano resultante. Y aunque era bastante primitiva, su diseño marcaría una pauta.

Pauta mejorada cuatro años después en la californiana ciudad de San Francisco, en Estados Unidos. El mecánico Charles Fey fue el encargado de crear la primera máquina tragamonedas denominada “Liberty Bell”. El nombre de “campana de la libertad” encontraba su explicación en el propio funcionamiento de la slot.

La máquina constaba de tres columnas y utilizaba hasta seis símbolos diferentes: diamantes, corazones, espadas, herraduras, estrellas y campanas. La extracción de una combinación de tres objetos iguales de entre los cinco mencionados primero suponía obtener beneficios. Pero el verdadero premio se conseguía reuniendo tres campanas.

Dicho premio era de apenas 50 centavos, cantidad que en la actualidad puede parecer muy baja, pero que en la época ya suponía una buena recompensa. El jugador tenía que introducir una moneda y accionar la palanca situada a su derecha para hacer girar los tambores del mecanismo.

Expansión rápida y certera

Fey no tardó demasiado en empezar a encontrarse con sus primeros escollos. Por un lado, las leyes estadounidense le impedían patentar su producto y así evitar que otros desarrolladores crearan copias muy similares sin darle nada a cambio. Y por otro, su producto fue vetado en distintos estados (incluyendo el de su natal california).

Pero ni si quiera eso impidió que llegaran a crearse hasta 30.000 nuevas máquinas de apuestas Liberty Bell. Si bien es cierto que parte de esos ejemplares fueron comercializados por la compañía Mills Novelty, empresa que creó la variante “Operator Bell” que cambiaba los símbolos originales por frutas (algo que también perdura en la actualidad).

Por suerte Fey diseñó un sistema inteligente de negocio para protegerse de todo esto: impuso que todas las ganancias generadas por los negocios que quisieran adquirir la máquina tragaperras tenían que repartirlas con él al 50%. Eso hizo que su situación económica marchara viento en popa, pues en muy poco tiempo las slots se convirtieron en el juego preferido de los aficionados a los casinos.

Los usuarios que más utilizaban las máquinas tragamonedas se ganaron el apodo de “los bandidos de un solo brazo”, haciendo referencia a la forma de utilización de la Liberty Bell. El contexto se volvió muy favorable para que la expansión de las máquinas de carrete se convirtiera en un fenómeno mundial.

Las réplicas fueron llegando poco a poco con importantes innovaciones en las décadas posteriores. Desde máquinas con mucha más autonomía que su antecesora capaces de entregar premios de hasta medio millar de monedas para los más afortunados, hasta terminales que eliminaban la palanca inicial y la sustituían por botones más prácticos.

La máquina “Money Honey”, propiedad de la factoría Bally, fue una de las variantes más destacadas al incluir estos detalles junto a un buen depósito para monedas. Además también incluyó lo que ahora se conocen como multiplicadores y que permiten conseguir acumulados mucho más cuantiosos.

Como vemos, todo ello son elementos que posteriormente se han convertido en fundamentales en las slots o máquinas tragamonedas que conocemos y que han sido desarrolladas en nuestros días. Más adelante llegarían los jackpots, las máquinas de video, los terminales multijuego y todo lo que ya conocemos sobre las slots de casino.

Incluso muchos de los símbolos utilizados por la originaria Liberty Bell se han conservado para seguir apareciendo en las máquinas más modernas. Sin duda un guiño al pasado que impide a la industria olvidarse de una génesis que le ha llevado el éxito en el sector del entretenimiento.

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