Dos maleantes dispuestos a todo por el oro

Murphy en el Riviera casino

Películas de casinos

El mundo del cine y los casinos parecen tener una relación de amor y odio que nunca se acaba. Ambos han vivido de todo, cada uno por su parte, pero juntos han acabado viviendo más de lo que se esperaban. Muchas historias que contar y miles de grabaciones en las que vale la pena pararse a echar un vistazo. Desde luego que no siempre las casas de juego salieron bien paradas en esta relación. Muchos actores han intentado dejarlas bajo mínimos, utilizarlas para fines secundarios y por supuesto han intentado robarlas.

Sin embargo, no se puede robar a cualquier casino. Tiene que ser uno de los más famosos del mundo. A menudo los ladrones no solo buscan ganancias económicas, sino también ser protagonistas en todos los noticiarios del mundo. Para eso el atraco puede ser silencioso, de esos en los que el director del casino se da cuenta demasiado tarde de que le están quitando su oro. En otros casos prefieren que sea un ataque feroz y de frente. Eso le ocurrió a nuestros protagonistas de esta historia. Una historia que se acabaría alargando por aquello que dicen y que tan cierto es de que no hay honor entre ladrones.

La grabación a la que nos referimos es la de “3.000 millas al infierno”. Un film de crimen, aventuras y acción que va a tener su inicio en una de las mejores salas de juego de Las Vegas en su época. La historia cuenta como Michael Zane (protagonizado por Kurt Russell) y Murphy (protagonizado por Kevin Costner) se reencuentran para dar un nuevo golpe, tras haber salido de la cárcel. Junto a un grupo de otros tres hombres contratados por Murphy tratarán de robar la cámara acorazada de un casino.

Lo harán aprovechando que hay una convención en honor a Elvis en la sala de juegos y que todo el mundo irá vestido de este personaje, por lo que será difícil que les reconozcan. Todo parece estar bien planeado, pero en medio de la historia se incrustará Cybil Waingrow (protagonizada por Courteney Cox). Ella es una madre abandonada por su marido con la que Michael tiene una relación al inicio de la película y que complicará el desarrollo de los acontecimientos, hasta convertir la cinta en una persecución por el botín entre los dos protagonistas.

Tiene la particularidad de que puede ser llamada de muchas maneras, ya que las traducciones que se hicieron tienen poco que ver las unas con las otras. En inglés, el título viene a ser el de “3.000 millas a Graceland”, quizá como homenaje a que este fue el territorio en el que murió Elvis Presley. Pero si nos fijamos en el español tenemos que mencionar varias opciones. Por un lado está la designación que nosotros utilizamos de “3.000 millas al infierno” y que mantiene un poco la esencia de la designación original. Por otro lado está el título de “Los reyes del crimen”, aunque este último podría ser fruto de una traducción en español latino.

El juego

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Toda la operación del inicio de la película se desarrolla en un casino, así que se pueden ver muchas máquinas de juego funcionando en el recinto. El film solo se detiene en una concretamente, aunque no deja de lado todo lo que se refiere a las mesas de juego. Lo bueno es que los protagonistas ejecutan su plan en el interior de la sala principal, por lo que se van recorriendo todas las secciones de juego que completan la oferta del edificio. Después todo dará un giro en lo que a los acontecimientos se refiere y los artilugios del lugar no acabarán muy bien que digamos.

A lo que más protagonismo se le da es a las máquinas tragaperras. De hecho, el director hace un gran paralelismo entre todo el revuelo que provocará el intento de robo y la intensidad con la que una señora mayor está jugando en una tragaperra. Se deja en el aire el hecho de que pueda ser sorda, ya que sino no se explica que no deje de jugar para resguardarse del peligro. Quizá está tan inmersa en el juego que ni si quiera se da cuenta del infierno que se está formando muy cerca de ella.

Tanto así que acaba ganando uno de los jackpots que ofrece el casino. La máquina tiene el típico mecanismo de tres puestos que van girando y para obtener ganancias debes obtener las mismas figuras en los tres puestos. El film deja ver como la mujer se va acercando poco a poco a su objetivo, hasta que los tres sietes encienden todas las luces de la máquina y dibujan un gesto de alegría en la señora. El lugar en el que se produce es en la sala principal del casino, en una zona reservada solo para máquinas tragaperras.

En varias escenas también podemos ver como algunos de los clientes juegan a la rueda de la fortuna o a los craps. Aunque en otra mesa en la que se detienen es en una de blackjack. El crupier está repartiendo las fichas entre los jugadores cuando se ve sorprendido por el conflicto que va inundando todo el casino. Es una mesa muy tradicional de este juego, que se suele ver en las casas de apuestas de Las Vegas. Incluye su tapete correspondiente y se juega a la versión americana en la que una de las cartas del repartidor se encuentra boca arriba.

Cuando los protagonistas se deslizan por el salón principal, vemos de refilón más juegos. Hay tablas de ruleta en las que los clientes celebran por haber ganado en una de las tiradas; también se observan partidas de poker y la mayoría de ellas son de la versión Texas Holdem. Es la más recurrida en las salas de juego del Strip de Las Vegas. Se pueden ver también máquinas de video, aunque no se llega a distinguir a lo que están jugando los apostadores. Lo más lógico es que fuera alguna versión de poker, pero también podría ser bingo o algún juego de tragaperra especial.

El casino

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La historia de esta película gira en torno al robo de un casino muy conocido en los Estados Unidos. Se trata del Riviera Casino, un edificio muy querido en el Strip de Las Vegas. Sin embargo, hoy en día ya no existe. La construcción la ideó un mafioso de la zona en la época de los años cincuenta. Pero la sala de juegos nunca estuvo bien administrada y se movió cerca de la bancarrota en innumerables ocasiones. Tan solo tres meses después de abrir ya tuvo que amenazar con echar el cierre por no poder hacer frente a los pagos.

Después fue pasando por diversas manos de diferentes accionistas. El casino parecía maldito porque todos acababan con el mismo problema que había tenido siempre. La gran quiebra fue la del año 2010 en la que tuvo que empezar a prescindir de muchos de los servicios que lo habían distinguido del resto. La empresa ejecutora trató de sobrevivir, pero no le fue posible. Finalmente, en mayo del 2015 la Autoridad de Convenciones de Las Vegas decidió demolerlo. En su lugar construirían un edificio con fines comerciales y de negocio. Un empezar de cero para intentar sacar partido a la propiedad.

Aun así el Casino Riviera siempre tuvo mucho nombre y varias cosas de las que poder presumir. Y es que el territorio tenía algo menos de 10.000 metros cuadrados dedicados exclusivamente al juego. Su oferta incluía más de 1.000 máquinas tragaperras de todos los tipos y con límites altos y bajos, a gusto del consumidor.

En cuanto a las mesas se podía observar las siguientes versiones de juegos:

El poker tenía un lugar destacado en el casino. De hecho, se podía jugar en varias salas privadas y que estaban aisladas del salón principal de juego. En ellas se organizaban torneos y se invitaba a los clientes más ilustres a echar una partida lejos del resto del público. En el año 2013 sería cuando estas habitaciones dijeran adiós y el Riviera renunciara a ofrecer poker.

Antes de la caída, los directores trazaron una estrategia de marketing arriesgada. Era la única con la que podían aguantar la caída y aun así no funcionó. El Riviera siempre había destacado por el bingo. Las personas de más edad tenían como reclamo este juego y los espectáculos de los artistas que se presentaban en el casino. En 2011 la campaña para instaurar el bingo fue agresiva y de hecho fue la única sala de juegos que mantuvo una sala destinada a ello. Incluso se asociaron con una empresa para crear una aplicación de bingo en línea que perteneciera al Riviera.

Tampoco funcionó y años más tarde también se agotaría el crédito de este juego. La sala también tenía una habitación destinada a las apuestas para deportes. Estaba recubierta de pantallas gigantes en las que poder seguir en vivo los principales acontecimientos deportivos. Además, tenían varios puestos electrónicos en los que los clientes podían apostar.

Un lugar con una buena oferta y con bastante reputación, pero que la mala administración se llevó por delante.