El héroe diferente que Keith Taft llevaba dentro

Escrito por: Antonio Caro, Editor | Revisado por: Humberto Fernández, Editor jefe
Última Actualización May 11, 2022

Genios siempre hemos encontrado en todas las disciplinas. Estos personajes suelen ser de los mejores en lo suyo, aunque a veces cuesta encontrar cuáles son las habilidades más sobresalientes de uno. Ocurre que lo que menos pensabas acaba siendo tu modo de vida. Algo que incluso llegaste a odiar es lo que te hace sentir más adelante. Lo que te hace ser alguien diferente. Estas son las cosas que tienen los genios. Genios que no siempre desde el inicio se les puede considerar como tal, pero que al final sacan todo su potencial y sorprenden.

Con mucho de todo eso tiene que ver el estadounidense Keith Taft. Un hombre que descubrió el juego cuando ya tenía bastante edad. El blackjack fue su campo de acción más destacado, gracias a que pudo aprender de otros maestros anteriores a él. Taft era un científico y su vida siempre resultó ser totalmente antagónica a lo que los casinos pueden representar. Sin embargo, sus caminos se cruzaron y lo hicieron para que él pudiera brillar. Hizo grandes descubrimientos y abrió la puerta a futuras generaciones.

A la mayoría de los jugadores de los que ya hemos conocido su historia les ha pasado todo lo contrario que a Keith. Al Francesco, Hyland, Snyder, GriffinTodos ellos desde pequeños sabían a lo que se iban a dedicar. Taft ni se lo podía imaginar. Ahí reside el encanto de su historia. Una historia que cuando toma el camino del juego ya no tiene vuelta atrás. Y además, va a por ello con todas las consecuencias e incluso involucrando a su familia. Otro referente más para todo aquel que quiera ser apostador profesional.

La historia de Taft arranca en una pequeña ciudad del estado de Montana, llamada Cut Bank. Se encuentra en el estado de Glaciar y está considerada como una de las ciudades más frías de los Estados Unidos. En esas condiciones se iba a desarrollar su gran mente, aunque todo fuera a más temperatura en ella. La familia de Keith siempre fue muy religiosa y como tal sus padres siempre tuvieron en mente educarlo de esa manera. Desde pequeño siempre rehuyó el juego y de hecho llegaba a poner mala cara cuando le hablaban de estos temas.

Sin embargo, su inteligencia se desarrolló muy pronto y empezó a interesarse por los enigmas más complejos de la vida. La ciencia llamó a su puerta y también la música, tanto que llegó a hacer cursos previos de física antes de entrar a la universidad. Por entonces, Taft ya había oído hablar del famoso libro de Edward Thorp, pero nunca le había llamado la atención y tampoco lo iba a hacer por ahora.

En su periodo universitario se graduó en física y al poco tiempo su puso a dar clases sobre esta. Sus conocimientos eran muy amplios y enseguida se le vio madera para ser profesor, eso sí, el blackjack estaba a punto de aparecer en su recorrido. Con más de 35 años se sentó por primera vez en una mesa de este juego, sin embargo no terminó de convencerle. Estaba casi seguro de que los casinos no eran lo suyo y salió de allí sin pena ni gloria tras su experiencia.

La historia de Keith Taft

Fuente: waste-creative.com

Posteriormente se casó y tuvo varios hijos. No tenía ningún tipo de problema en su vida, aunque parecía que le faltaba algo. Fue en unas vacaciones veraniegas cuando Keith ganó una especie de pequeña lotería. Aprovechando que estaba en Reno, se acercó a uno de los casinos de la ciudad y se sentó en una mesa de blackjack. Antes estuvo escuchando consejos de algunos apostadores que encontró por el casino y lo cierto es que sus ganancias no alcanzaron ni los cinco dólares.

Esto le desanimó bastante y al mismo tiempo le despertó bastante curiosidad. Entonces recordó aquel libro de Thorp en el que se desarrollaban algunas técnicas para poder salir victorioso en este juego. Cuando llegó a casa se puso a repasarlo y al poco tiempo ya creía estar listo para poder apostar con seguridad. Keith hizo varios viajes tanto a los casinos de Reno como a los de Las Vegas, pero los resultados fueron desastrosos. Su esposa empezó a reclamarle por pasar su tiempo libre en los casinos, aunque no surtió mucho efecto en él.

Puesto que Keith encontró un trabajo en el que diseñaba circuitos de conducción, decidió que su trabajo podía echarle un cable bastante severo. Así, comenzó a trabajar en el diseño de una computadora portátil que hiciera el trabajo del conteo de cartas por él y luego se lo comunicara. No fue sencillo, al igual que no lo fue para Thorp en su momento, pero lo acabó consiguiendo. Además, el artilugio de Taft mejoraba con creces al de su predecesor.

Cuando estuvo listo, Taft preparó a un nuevo amigo para poder esconderlo ante la seguridad de los casinos. La solución fue reducir su tamaño todo lo posible para poder esconderlo debajo de la ropa y al mismo tiempo poder interactuar con él. Taft se metía la computadora en el pie y al presionarla con los dedos podía indicarle las condiciones de la partida, y que esta le informara de la mejor estrategia a seguir. Al principio llegó a ganar más de 4.000 dólares en las salas de juego de Reno, pero cuando se inició en mesas de apuestas más altas lo perdió todo. Todo y más.

Parecía que la relación de Taft con el blackjack había llegado a su fin, pero apenas era el principio. Otro gran genio de este juego, Ken Uston, se enteró de lo que Keith había estado desarrollando y no dudó en ponerse en contacto con él. Uston le convenció para que colaborara con el equipo que estaba montando a cambio de una buena parte de las ganancias. Taft no dudó en aceptar. Trabajaría en la sombra, pero al menos estaba en conexión directa con la que se había convertido en su gran pasión.

Al principio, Taft desarrolló unas gafas que le daban señales al jugador de los movimientos que debía hacer en cada partida. El indicativo era una luz de función led que surgía en un extremo del cristal de vez en cuando. Sin embargo, este invento era todo un reclamo para los magnates de los casinos. La seguridad se daba cuenta enseguida de que Uston y su equipo estaban haciendo trampas y los echaban de la sala. Cuando no era así, los cables de las gafas se desquebrajaban y el invento resultaba inútil. En resumen, que no era una buena opción.

Keith Taft en el casino

Fuente: ace-ten.com

En los primeros meses, el conjunto de jugadores sacó una buena cantidad de dinero con el juego. Pero cuando todo fue avanzando los miembros se acabaron marchando. Muchos estaban bastante decepcionados con las invenciones de Taft y abandonaron el barco, pero Uston seguía confiando en él y en su mente brillante. Los dos llegaron a un acuerdo y convencieron a la familia del de Montana para que colaborara con ellos y fueran los nuevos participantes de la asociación.

No solo aceptaron, sino que los hijos de Taft trabajaron con su padre y Uston en el diseño de nuevos artilugios con los que poder ser más precisos en los casinos. Cuando todo estuvo listo se marcharon a Las Vegas y allí llegaron a recaudar hasta 50.000 dólares en menos de dos semanas. Estaban triunfando y como tal se desplazaron a Reno para proseguir su hazaña. Fatal error, porque los directores de ambos territorios se pusieron en contacto y hablaron de las intenciones de la familia Taft.

El resultado fue que muchos de los miembros del equipo fueron detenidos en varios casinos y llevados a juicio. La mayoría de ellos no prosperaron, pero esto hizo que la familia de Taft se amedrentara y decidiera no volver nunca a pisar una sala de juego. De nuevo el blackjack se alejaba de nuestro personaje, hasta que otro nuevo apostador profesional hiló sus caminos. Al Francesco se presentó con su equipo y quiso que Taft les ayudara y les suministrara su tecnología. Una tecnología en la que había seguido trabajando porque seguía confiando en dar con la tecla adecuada.

En su nueva propuesta Taft fue un paso más allá. Diseñó unos cinturones con una pequeña cámara integrada que apuntaba hacia la mesa. Concretamente hacia el crupier, de forma que cuando estaba barajando se podían ver las cartas que quedaban en la parte de abajo. Así podían comunicarle al resto del grupo de qué manera proceder y lo hacían desde en un camión en el que tenían monitores y antenas parabólicas para controlarlo todo.

Durante un tiempo funcionó, pero toda la estrategia siguió el curso natural. El casino acabó descubriendo todo el entramado, al igual que la policía. Eso hizo que muchos miembros del equipo se enfrentaran a multas muy severas, aunque Taft tuvo relativa fortuna ya que la noche de la detención no estuvo allí. Sin embargo, en algunos de sus hijos que todavía seguían colaborando con él sí que recayó todo el peso de la ley.

A raíz de eso, Taft abandonó el juego. Y además los casinos se blindaron prohibiendo la entrada con aparatos electrónicos a sus salas. El legado de Keith había llegado a su fin, aunque sus descubrimientos y su persistencia siempre quedará en la memoria.

 

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