La historia del desaparecido Stardust Casino

Fachada del Stardust Casino

Nos vamos hasta Las Vegas para reencontrarnos con otro de esos casinos majestuosos y que marcaron una época en la ciudad del matrimonio. No va a ser una historia con final feliz, ya que no todas las salas de juego la acaban teniendo. De hecho suele ser habitual que no suceda así.

Los años no pasan en balde para nadie y para los edificios ocurre exactamente lo mismo. Se necesitan remodelaciones e ir mejorando las infraestructuras. El sector del juego es exigente y cada día encuentra actores más preparados y dispuestos a competir.

Si hablamos de competencia que mejor que desplazarse al Strip de Las Vegas. Esta maravillosa avenida es la más famosa de la villa, ya que reúne a la mayoría de los grandes casinos del territorio estadounidense.

Para llegar hasta nuestro destino de hoy nos vamos hasta Winchester. Esta sería lo que se denomina como ciudad no incorporada. Es una especie de pedanía que se encuentra dentro de la propia ciudad de Las Vegas y que depende directamente de esta. Al no ser muy grande no se puede considerar como una ciudad independiente.

Sin embargo, su territorio abarca parte del Strip y también comprendía el Stardust Resort y Casino. Una sala de juegos que ha tenido una vida bastante corta para lo que suelen acostumbrar este tipo de construcciones. Fue remodelado varias veces y además destacaba por el gran cartel de su entrada, el cual ya dejaba muy claro a que lugar entrabas.

Era imponente y a la vez inestable económicamente. Tanto que finalmente tuvo que ser demolido. En su lugar hoy se levanta otro casino, pero eso ya es otra historia. La de hoy se centra en el Stardust y en sus bonitos años de existencia.

Historia del Stardust Casino

Antigua entrada del Stardust Casino

Fuente: hemmings.com

La idea original de construir el casino fue de Tony Cornero. Para este personaje en su vida de empresario siempre destacó el sector de las apuestas por encima del resto de proyectos.

El estado de Nevada vio como muchas de las salas de juego comprendidas entre los años veinte y los años cincuenta eran obra de Cornero. En Las Vegas también hizo un gran trabajo y el Stardust era una de sus obsesiones.

Sin embargo, antes de poder empezar a levantar el edificio falleció en extrañas circunstancias. Arrastraba muchas deudas con proveedores y siempre se ha sospechado que fue envenenado en uno de sus establecimientos.

Esto nunca se pudo demostrar y además los nuevos propietarios de sus terrenos no querían que el mal fario impregnara ni al Stardust ni al resto de lugares. Moe Dalitz, otro pez gordo de las finanzas, se quedó al frente de la obra y decidió cumplir el sueño de Cornero. Además lo hizo con mucho ruido, ya que el 3 de julio de 1958 será recordado en Las Vegas para siempre. Esa fue la fecha en la que se abrió oficialmente la sala de juegos con una puesta en escena de lujo.

Se instaló un escenario móvil que tenía las mismas dimensiones que una pista de baloncesto. La mayoría de grandes personalidades de la época fueron invitadas a la apertura del local y además se contrató a un gran elenco de artistas para el día y la fecha acordadas. Más de 10 millones de euros le costó organizar todo el evento a Dalitz y no solo por el casino, sino también por el hotel.

Más de 1.000 habitaciones quedaron desde ese día disponibles para el público, divididas en seis edificios. Los que iban llegando al complejo no se podían perder, ya que Dalitz encargó un gran letrero de 66 metros de largo por 11 de alto que recorría casi dos caras del edificio.

El nombre del hotel se podía vislumbrar a casi 5 kilómetros de distancia, gracias a la cantidad de bombillas y de neón utilizado para construir el marcador. Todo estaba en marcha para que Cornero estuviera orgulloso allá desde donde estuviera mirando.

Lo que quizá no llegó a imaginar este magnate es que se construiría un cine dentro del propio complejo. En los años venideros también se instaló una sala de convenciones, para que se pudieran realizar reuniones de alto standing en el Stardust. Llegó a tener una pequeña pista de carreras de coches y varios restaurantes seguían abriendo las puertas.

A mediados de los años sesenta, los directores del casino empezaron a relacionarse con mafiosos de la época. Tanto que algunos de ellos acabaron teniendo parte del capital financiero de la construcción. Eran criminales peligrosos con cuentas pendientes con la justicia, pero eso incluso llegó a atraer a más público a la zona.

Hubo varios intentos de compra del casino, sobre todo por parte de algún otro personaje importante dentro del mundillo. Sin embargo, la justicia de Nevada lo prohibió para que no se produjera un monopolio en la zona. A finales de esta década se remodeló la fachada y el cartel luminoso.

La licencia de juego también pasó a manos de dos empresas en los siguientes años. Estas no fueron nada beneficiosas para el Stardust, ya que las autoridades americanas llegaron a descubrir que el casino servía a muchos evasores fiscales para realizar sus fechorías. Durante mucho tiempo el público se preguntó quién estaría realmente detrás de la dirección de esta sala de juegos.

Las sospechas sobre maleantes aumentaban. Los dirigentes del resort fueron multados en diversas oportunidades, aunque con la empresa Boyd Gaming llegaría la estabilidad definitiva.

Este entramado local remodeló de nuevo las instalaciones del casino. Puso un gran capital para fomentar todo el entretenimiento que rodeaba al complejo. Piscinas, campos de golf, pistas para actividades deportivas, nuevos contratos con estrellas del mundo de la música destacadas, nuevas proyecciones de cine, más habitaciones para el hotel o un nuevo letrero para la entrada.

Se tiró la casa por la ventana para que todo siguiera el curso natural y desde luego que así fue. Las ganancias fueron sustanciales en los primeros años y después se produjo un descenso significativo. El Stardust necesitaba otro enfoque y se decidió que lo mejor era demolerlo y empezar desde cero.

El 13 de marzo de 2007 le llegó la hora del derribo. Fue pasadas las dos de la mañana y con un juego de pirotecnia muy valioso, previo a que se desplomara. En su lugar estaba previsto que se construyera otro casino, pero la crisis económica impidió que así fuera. Ahora se sigue construyendo el Resorts World, un futuro resort de temática china.

Alrededores del Stardust Casino

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Este complejo no podía estar mejor situado dentro de la ciudad de Las Vegas. Formaba parte de una de las principales rutas de la ciudad llamada “Las Vegas Boulevard”. En ella encontramos el famoso Strip de Las Vegas y todos sus casinos, y entre todos ellos también estaba el Stardust.

A sus dos lados encontrábamos otras edificaciones que cobran importancia en la ciudad del pecado. Una de ellas es el hotel que regenta el actual presidente estadounidense Donald Trump. A su otro lado encontramos el Hotel Circus Circus, mientras que enfrente veremos un centro de convenciones y en su cara posterior un servicio de restauración de automóviles de lujo.

Además de varias paradas de monorraíl, el Stardust contaba con una de las principales carreteras de Las Vegas en su entrada. Por eso era tan visitado y la competencia tan dura en lo que a esta vía se refiere.

Stardust Casino

Mesas del Stardust Casino

Fuente: digital.library.unlv.edu

Para ello el Stardust Casino contaba con una amplia oferta para atraer a su clientela. Esta incluía una selección de más de 1000 máquinas tragaperras de diferentes precios. El usuario podía elegir la del límite que quisiera, si bien es cierto que algunas de las máquinas estaban reservadas para los miembros del club exclusivo del casino. Además, incluía dentro de ellas una selección de máquinas de video poker y keno interactivo.

Este juego era una de las prácticas habituales en el casino, a falta de bingo, y que con el paso de los años se fue desgastando hasta desaparecer. Algo que ocurrió con mucha frecuencia en los casinos de alrededor. Tenía su zona apartada dentro del salón principal de juego, al igual que las tragaperras. En el centro del establecimiento estaban las tablas de juego que incluían:

Existía una buena selección con tarjetas de todo tipo de créditos para los jugadores amateur. También el casino ofrecía ofertas más especiales para los que habitualmente pasearan por el Stardust.

Y al margen de ello estaba su conocida sala de deportes. En ella se podía apostar a las carreras del día con la ayuda de un libro muy bien detallado. Todo ello bien acomodado en otro ala del casino, algo más lejos de los restaurantes y bares que estaban justo en frente de las mesas de juego.

La distribución del Stardust era una de las cosas que más llamaba la atención. Todo parecía estar en su sitio en esta sala de juegos y eso que las cosas no iban especialmente bien, como ya hemos contado. Ahora Resorts World Las Vegas coge su relevo y pretende ser un proyecto muy ambicioso y de futuro. Luego hay que demostrarlo.