No queda duda de que en Colombia han salido grandes figuras en las redacciones. El periodismo cafetalero ha sido cuna de grandes plumas como Gabriel García Márquez, uno de los reporteros y escritores más importantes de la historia.
El ganador del Premio Nobel en 1982 era amigos de múltiples escritores y periodistas, quienes con una mirada asertiva y exacta ayudaron a retratar la realidad a través de sus escritos. Uno de estos colegas tan cercanos fue Guillermo Dávila Peñalosa, mejor conocido como “el Mago”.
Su pérdida, ocurrida el pasado 22 de abril en la clínica Reina Sofía de Bogotá, supone una de las más lamentables en la historia de las letras en Colombia, así como en la difusión del sector del juego y las apuestas en el país.
Su biografía
Guillermo Antonio Dávila Peñalosa nació el 25 de junio de 1929 en Bucaramanga, capital del departamento de Santander en la zona norte de Colombia. La economía familiar no le permitía pagarse sus estudios, quedándose hasta el cuarto grado de la escuela elemental.
Fue así que a sus 11 años viajó a Cartagena, la ciudad en la que su papá se trasladó tiempo antes para trabajar en los Talleres Mogollón, los cuales ya eran famosos durante la década de los años cuarenta.
Antes de ir a Cartagena, “el Mago” ya sabía lo que era ganarse el pan, al desempeñarse como repartidor de periódicos y ayudante de linotipos en su ciudad natal, por lo que intentó seguir en su formación y entró al seminario cartagenero, con el fin de volverse cura.
Sin embargo, las limitaciones económicas volvieron a hacerse presentes, además de que se dio cuenta de que no era lo suyo. Fue así que aprovechó su estancia en el clero para perfeccionar su manejo del linotipo, al educarse en la editorial de los curas.
A sus 20 años, ya casado, fue nombrado jefe de linotipos en El Universal, el principal diario de Cartagena. Dos años después, en 1951, Gabriel García Márquez llegó a la redacción y ahí comenzó una longeva amistad, la cual duró hasta la muerte del mítico escritor en 2014.
El gusto por la magia los unió mucho. De hecho, su gusto por todos estos temas le ganó el mote del Mago a Dávila. Así, los temas de conversación estuvieron llenos de magia y se convirtieron en grandes amigos. Siempre después de la edición del diario, iban con otros linotipistas a los bares.
Juntos lanzaron Comprimido, un periódico que, literal, era de bolsillo y podía leerse en diez números. Fueron solo cinco números de existencia, pero se convirtió en otro proyecto que definió su genio y que, a consideración de Dávila Peñalosa, les permitió “adelantarse a Twitter”.
Gabo regresó a Barranquilla, mientras que Dávila fue para Bogotá. En la década de los años cincuenta se dio un auge al hipismo, los juegos de suerte y azar, con la apertura del Hipódromo de Techo, con lo que “el Mago” alcanzó una gran proyección.
Después de su paso por el diario La Paz, se convirtió en un gran referente hípico gracias a sus pronósticos en las publicaciones especializadas y dejando un poco de lado el linotipo para convertirse en reportero por primera vez.
Así, llegaba al hipódromo desde muy temprano y comprendía más sobre ese mundo, con los entrenamientos de los jinetes con sus caballos, el cómo se movían las apuestas e incluso convirtiéndose en el reportero titular de la fuente.
Eventualmente dejó el rotativo, pero siguió escribiendo sobre caballos. Su buen trabajo le permitió convertirse en jede de comunicaciones del hipódromo y director de relaciones públicas en Aerocóndor.
Si bien no era tan apegado a realizar apuestas, si le gustaba realizar predicciones sobre el caballo que iba a ganar, acertando en casi todas las veces.
Además, su gusto por la magia le hizo ver con afecto los juegos de azar, al punto de que creó la revista Loteros y Loterías, especializada en casinos y juegos de suerte, como el blackjack y las tragaperras.
También se dedicó a ser editor y escritor para la revista El Jugador, la cual él fundo y la que le dedicó su vida hasta su último día de vida.
También fue un columnista en la revista Enfoque, en la que solía escribir sobre las apuestas permanentes y los contratos de concesión, sobre cómo el hipismo contribuye al Estado, el retorno de los juegos de azar en cuanto acabe la contingencia sanitaria y cualquier tema de relevancia sobre el gaming, aportando siempre con su opinión de peso y su forma tan única para atrapar al lector.
La despedida de Fecoljuegos
Cuando “el Mago” falleció, la Federación Colombiana de Empresarios de Juegos de Suerte y Azar (Fecoljuegos) le dedicó una carta para defender a un promotor del sector.
“En la industria de juegos de suerte y azar era conocido por lo empresarios y representantes gremiales por su cercanía con el azar, su interés por los hípicos y por ser él, una de las tradicionales figuras del periodismo que dedicaba gran parte de sus letras a contar los acontecimientos del sector de juegos y compartir las entrevistas de los representantes de la actividad”, decía la misiva.
“Guillermo Antonio Dávila más conocido como el Mago Dávila fue muy cercano a la industria del juego colombiano, siempre acompañó cada uno de los eventos del sector y en los últimos años se encargó como editor de la Revista El Jugador, de que este medio digital estuviera actualizado con las últimas novedades de los juegos de suerte y azar en los temas nacionales e internacionales”, añadió el texto de despedida.