
Los casinos existen desde que los juegos de azar se convierten en un reclamo de ocio popular entre nuestros antepasados, hace ya cientos de años. En estos centros de apuestas de la edad media se reunía la nobleza para practicar diferentes actividades relacionadas con este mundillo, además de organizar reuniones, bailes y otros eventos.
Y precisamente el desarrollo de esta clase de actividades son las que han propiciado que con el paso de los años hayan sucedido hechos casi insólitos en ellos. Desde forjarse las leyendas en torno a los mejores y peores jugadores de la época, hasta sucederse episodios cuyo fondo ni si quiera tiene que ver con el juego.
En esta ocasión vamos a dedicarle a nuestros lectores la historia de la aparición del tradicional sándwich. Un producto muy consumido en la actualidad y el cual tiene un origen muy pintoresco relacionado con los casinos y con la figura de un conde: John Montagu, el conde de Sándwich.
En torno a 1760, Sándwich era una localidad situada al sureste de Inglaterra y liderada por Montagu. Este noble portaba el título de cuarto conde de la ciudad y sus principales pasiones eran los juegos de cartas y la comida. En concreto, el pan era una de sus perdiciones cuando se sentaba en mesa.
Pero sin duda lo que más adoraba era poder hacer las dos cosas al mismo tiempo. Según varios relatores de esta narración, era habitual encontrarse a John comiendo mientras el resto de jugadores ideaban su estrategia de juego. Se negaba a decantarse por una de las dos acciones pudiendo realizar las dos.
El gran problema estaba precisamente en que en numerosas ocasiones no podía llevar a cabo ambas con éxito. A veces dejaba de lado el juego para tomar un bocado y terminaba perdiendo la partida, algo que sabía que tenía que cambiar radicalmente y que terminó dando origen a uno de los snacks más famosos del mundo.
Un día cualquiera en mitad de una larga partida de cartas, el conde no estaba por la labor de abandonar una de las sesiones de juego más largas que tuvo en su vida y le pidió a su cocinero que innovara para él. Se dice que aquel día llegó a alcanzar las 24 horas apostando, algo que podía haberse denominado como un auténtico récord en su época.
El caso es que la petición se convirtió en un auténtico reto para el chef. El tipo debía preparar en un margen escaso de tiempo algo de comida que convenciera a Montagu, que fuera fácil y rápido de comer, y que además le permitiera seguir con la partida sin perderse detalle de la misma.
La lista de condiciones en torno al plato también incluía que no fuera un alimento demasiado complicado, ya que era habitual ver al noble mancharse las manos mientras comía e impregnar la baraja con ello. Incluso le requirió que no tuviera que levantarse y que no fuera necesario el uso de un plato que limitara sus movimientos en mesa.
Con esta larga lista de preliminares, ¿qué se le ocurrió al sirviente para presentar ante su particular comensal? Un sándwich. El primer sándwich del mundo estuvo compuesto de una carne presentada entre dos trozos de pan y a Montagu le entusiasmó la idea (más aún si tenemos en cuenta su afición por el pan).
Aquel día pudo llenar la tripa con este tentempié y continuar con sus apuestas en el casino como si nada. Y aquella brillante idea valió para que le colocara el nombre de la ciudad a este bocadillo, hasta el punto de que ha trascendido hasta nuestros días.
El punto de debate más álgido
La historia del origen del sándwich está corroborada por expertos en la Inglaterra del siglo XVIII, pues existen manuscritos antiguos donde se menciona la aparición del emparedado. No obstante, hay ciertos aspectos en los que los historiadores no se ponen demasiado de acuerdo.
Hay una corriente de pensamiento que afirma que la idea de este alimento fue al 100% del chef del conde y que la única referencia que este tuvo para crearlo fue lo que conocía de Montagu y de sus gustos.
Pero hay personajes ilustres que están en la línea de que John guio al cocinero a la hora de solicitarle este tipo de comida, puesto que él ya conocía lo que era un bocadillo. Estos se apoyan en los viajes que el conde había realizado a Europa Oriental, donde ya había visto a otomanos consumir canapés con pan.
Sea como sea, el caso es que John no tardó en poner su sello al bocadillo con el nombre de la villa a la que él pertenecía y poco a poco su chef fue mejorando la receta y finalmente expandiéndola por toda Inglaterra. Y cuando llegó al resto de Europa fue cuando su crecimiento fue exponencial hasta llegar a lo que hoy conocemos como sándwich.
El bocadillo y el conde no fueron los únicos que portaron esta curiosa denominación, porque también existe un archipiélago al sur del Océano Atlántico denominado como Islas Sándwich del Sur, las cuales están administradas por Reino Unido.
A veces las grandes historias comienzan en los casinos y este es sin duda el caso de uno de los bocatas estrella de nuestra gastronomía.