En todos los juegos hay diferentes propuestas de cómo practicarlo. La riqueza de todos ellos reside en que en algunos casos no hay unas reglas unificadas para desarrollarlo. Esto acaba dependiendo del lugar en el que se practique. Lo que para unas culturas puede resultar algo determinante dentro de un pasatiempo de azar, para otras es totalmente prescindible. Quizá para un juego que aspira a ser un deporte, como puede ser el caso del bridge, sí que es un inconveniente. Pero para un juego de azar esto solo contribuye a que crezca y cada vez sea más popular.
Esto es lo que le ocurre al blackjack. Este juego no tiene una sola variante, sino que hay varias versiones y todas son igualmente válidas. Las que siempre han destacado y que tienen integradas la mayoría de casinos presenciales y casinos online son dos: el blackjack americano y el blackjack europeo. Por aquello de que las salas de juego de Estados Unidos han tenido siempre un mayor impacto que las del viejo continente, da la sensación de que la versión americana es la más válida. Sin embargo fue en Europa, y concretamente en España, donde empezó a hacerse popular este juego.
En ambos lugares se establecieron una serie de reglas que favorecían más a la forma de jugar en cada una de las culturas. A pesar de ello no todo es diferente, sino que hay gran cantidad de matices que necesitan compartir. Aquí vamos a intentar desgranar las principales diferencias entre las dos fórmulas, centrándonos más en explicar las distinciones que hace el blackjack europeo sobre el americano.
No solo el desarrollo es importante, sino que también la estrategia cambia según se van sucediendo los acontecimientos. De igual manera, una de las dos interpretaciones da más posibilidades al jugador de salir victorioso. ¿Queréis saber a cuál de ellas nos referimos? Vamos con ello.
La primera diferencia de todas es de las más importantes del juego. En el blackjack el crupier reparte una carta a todos los jugadores y a sí mismo. En base a esa primera baza, los jugadores realizarán sus apuestas tales como doblar o dividir si así lo estiman necesario. Hasta aquí todo bien, pero hay un aspecto fundamental que cambia de una versión a otra. En el blackjack americano se reparten dos cartas, una descubierta y una tapada. De esta manera, si la carta descubierta del crupier es un as significa que podría obtener veintiuno en la primera ronda.
Así el repartidor tiene la obligación de echar un vistazo a la carta que no está visible y en el caso de que efectivamente lleve veintiuno y sea el ganador debe anunciarlo y recoger de forma automática todas las apuestas que hay en la mesa. Por el contrario, en el blackjack europeo solo se reparte una carta descubierta y dependiendo de lo que haya salido deben pasar otra ronda de apuestas antes de recibir el siguiente naipe.
Puesto que el crupier es el último que se reparte carta, esto le da la ventaja de que si tiene opciones de ganar con dos cartas puede recoger dos rondas de apuestas; en el americano solo recogería la primera.
Por esta razón el blackjack americano es más beneficioso para el jugador en cuanto a la carta tapada. Las pérdidas pueden ser mayores y como tal eso afecta a la estrategia a seguir. En la versión europea el jugador debe ser más conservador y entender que si la primera carta que tiene en la mesa el crupier es un as, apostar de nuevo puede ser una baza bastante arriesgada. Pero algo bueno tenía que tener que el europeo tenga un factor añadido de riesgo. Y es que si el crupier no obtiene blackjack, solo podrá recoger las apuestas de los que tengan una mano peor que la suya y pagar a los que la tengan superior.
En el americano no ocurre así. Si el crupier no tiene veintiuno, el jugador situado a su izquierda comienza a jugar una nueva ronda y el crupier en principio no tiene que pagar nada hasta el final de la mano. Es algo que cambia por completo la visión del juego y por eso en muchos de los mejores casinos, tanto de América como del continente europeo, existen mesas de ambos estilos.
Otra diferencia clave está a la hora del pago del blackjack. Es decir, se produce solamente si alguno de los jugadores de la mesa obtiene veintiuno y se proclama ganador de la partida. En el blackjack europeo el pago se produce siempre después de que el crupier haya jugado su mano. Si este también tiene veintiuno, los jugadores que tengan lo mismo que él recuperan la apuesta inicial que realizaron. Pero si este no tiene veintiuno, debe pagar a los jugadores a razón de tres a dos.
En el americano la mecánica es diferente. Si un jugador tiene veintiuno y la carta descubierta del crupier es un as, lo que implica grandes posibilidades de hacer veintiuno también, entonces a este apostador se le ofrece un trato. Antes de que el crupier compruebe su propia mano, el jugador puede elegir que le pague su blackjack a razón de uno a uno. Si este acepta la mano termina y el repartidor ni siquiera mira su segunda carta. Si no acepta, el crupier se ve obligado a comprobar lo que lleva; si es veintiuno el jugador solo recupera su apuesta inicial, y si no lo es entonces el jugador cobrará a razón tres a dos como en el europeo.
A esta maniobra del blackjack americano se le llama pago “a la par”. Resulta más beneficioso para el cliente ya que así puede asegurarse una ganancia más pequeña si no confía en la fortuna del crupier. En la versión europea esa opción no existe, es todo o nada. Más riesgo para la banca, más riesgo para el jugador y más ganancias o pérdidas para ambos.
La otra diferencia fundamental se encuentra en las apuestas de doblar y dividir. En el blackjack, doblar significa aumentar tu apuesta al doble de lo que inicialmente habías puesto en la mesa. Esto se suele hacer cuando piensas que tu mano va a ser mejor que la del crupier y por tanto tus ganancias serán aun mayores.
Por su parte, dividir significa separar las dos primeras cartas que se te repartieron en dos manos diferentes. Esto hace que estés jugando dos manos de forma simultánea y el objetivo es aprovecharse de que el repartidor tenga una carta bastante inferior. Dividir, también implica igualar las apuestas de las dos manos. Si has apostado un euro y quieres dividir debes apostar otro euro para jugar las dos bazas al mismo tiempo. Siempre los dos montones deben tener la misma apuesta, como si fuera un jugador más de la mesa.
Pues en este sentido, en el blackjack europeo los jugadores pueden doblar solamente si su baza tiene un valor superior o igual a nueve. Es decir, si llevas nueve, diez o incluso once. Mientras que en el blackjack americano esta regla no existe, se puede doblar la apuesta en cualquier momento. Los jugadores no suelen hacerlo sino llevan una mano alta, ya que en caso contrario sería una apuesta bastante arriesgada, pero lo cierto es que la versión europea no permite sacar provecho de cualquier mano.
Algo parecido pasa al dividir. En el europeo solo se permite dividir las cartas una vez y en el caso de que su valor sea 10 o sea una figura, es decir, un rey, una reina o una jota. Por el contrario, en el americano los jugadores tienen permitido realizar hasta 3 divisiones de forma que pueden jugar cuatro manos simultáneas. También permite dividir cualquier par de cartas, aunque con los ases hace una pequeña distinción: estos solo se dividen una vez y si lo haces solamente podrás obtener una carta más en las manos en las que los tengas. Es una forma de protección de la banca ante la carta más valiosa de este juego.
La última distinción entre estas dos versiones de blackjack tiene que ver con la baraja. En el europeo, el crupier solamente se maneja con dos barajas de cartas, mientras que en el americano pueden oscilar entre las seis y ocho barajas. Esto hace más complicado que en el blackjack americano se pueda hacer un conteo de cartas aproximado. En el europeo es más sencillo y por tanto proporciona más ventaja al jugador.
Sea como sea lo cierto es que cada versión tiene sus ventajas e inconvenientes. El blackjack americano tiene una reglamentación algo más flexible y parece dar más oportunidades al jugador de ganancia. Sin embargo, muchos jugadores también han triunfado y se han llevado grandes sumas de dinero en el blackjack europeo.
Lo más importante para el jugador es trazar una buena estrategia tanto si juega a uno como a otro. Ahí reside la clave del éxito. En la versión americana la forma de proceder puede ser más agresiva y con apuestas más altas, mientras que en la versión europea todo lo contrario.
El blackjack es un juego en el que hay que saber esperar y en el que ambos estilos han quedado claramente reconocidos. La oferta de las salas de juego más conocidas a nivel mundial está repleta de mesas de ambas versiones. A gusto del consumidor.