Un hombre doblemente afortunado en el juego

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Ese tópico de que la fortuna hay que buscarla es probablemente una de las frases hechas más escuchadas de nuestra vida. Una frase que no deja de ser realmente cierta, pero siempre que se aplique a escenarios y situaciones que nosotros podamos manejar. Cuando se utiliza en un contexto impregnado puramente por el azar, deja de tener valor. Y si hablamos de situaciones de azar, hay que hablar de juegos de azar. Y es que los juegos de casino tienen su probabilidad, pero necesitan de un componente muy claro de suerte. Y la suerte no la tiene todo el mundo.

No siempre hay que buscar la suerte, a veces ella te busca a ti. En la ruleta, en los juegos de poker, en el baccarat, en los dados, en las tragaperras. En todas las disciplinas que nos podamos imaginar es necesaria la fortuna. Y hay personas que la tienen de su lado, que les acompaña como un fiel amigo que les va ayudando allá por donde van. Y ese es el caso de Elmer Sherwin, un personaje famoso por ser de los mayores ganadores de la historia de los casinos y de la historia de las tragamonedas.

Sherwin nació en 1913 y sirvió al ejército de Estados Unidos. Un soldado aficionado a los casinos y que desde que tuvo uso de razón, y permiso para poder ingresar en una sala de juegos según su edad, frecuentaba estos establecimientos en busca de un poco de acción y un poco de fortuna. Aunque su fijación principal no era conseguir mucho dinero, ¿a quién le disgustan unos cuantos dólares que echarse al bolsillo? Con esa mentalidad jugaba el americano, aficionado sobre todo a los slots y las máquinas de rodillos. Lo que es un jugador puramente clásico.

Sin embargo, fue cuando ya estaba retirado cuando le llegó su gran momento. A sus 76 años, jamás había conseguido un bote demasiado grande en un casino, pero eso iba a cambiar. En 1989, Sherwin y su esposa tuvieron que viajar a Las Vegas para visitar a unos familiares. Ambos solían viajar en su autocaravana, algo que volvía loco a este matrimonio y que cuajaba muy bien con su estilo de vida. En la gran ciudad del juego, en la que también hay otros planes, Elmer no perdió la ocasión de probar suerte en uno de los tantos que hay en la villa.

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Pero al ser un hombre reconocido y tener contactos, fueron invitados a acudir a la inauguración del Mirage Hotel and Casino. Sherwin solía apostar apenas una centena de dólares, simplemente para probar suerte. Sin embargo, su capital se acabó demasiado rápido. Le pidió otros 20 dólares a su esposa para jugar en una máquina Megabucks y en ella logró su hazaña. Los 20 dólares mejor invertidos de su vida y que le entregaron un botín de 4,6 millones en total, el bote especial de la tragamonedas.

Esta máquina cuenta con tres rodillos y para optar al premio mayor la apuesta mínima debe ser de tres dólares. Un bote que se va acumulando con el paso de los jugadores por ella y que cuando alguien se lo lleva vuelve a iniciarse con una cantidad mínima establecida. Los símbolos de Megabucks deben volver a ponerse en línea para poder volver a sacar una buena cantidad de dinero. La reacción de la pareja fue de completa alegría y aseguraron que aprovecharían para viajar y hacer en el final de su vida todo aquello que habían deseado.

Sin embargo, Sherwin siempre fue un tipo ambicioso y no se conformó con ganar una vez. Él mismo afirmó que quería tratar de ganar el bote una segunda vez, encarnando a la perfección esa frase de que la suerte hay que buscarla. En este contexto sí. Pero con una oportunidad entre diez millones de llevarse un premio de este calibre, ¿quién podía imaginar que lo podría volver a conseguir?

Elmer Sherwin

Megabucks marcará el nombre de Sherwin a fuego en su historia porque 16 años después de aquello, en septiembre de 2005, este personaje volvió a ganar el premio mayor de una de sus tragaperras. En este caso en el Casino Cannery y el premio fue nada más y nada menos que de 21,1 millones de dólares en esta ocasión. La compañía informó que es el mayor premio jamás conseguido en una de sus slots y encima por un hombre de ya 93 años.

Sherwin donó la mayor parte de sus ganancias a la ayuda a los afectados por el huracán Katrina y el resto lo pudo emplear en dar a su familia una mejor calidad de vida. De nuevo no lo había hecho por el dinero, porque en ese aspecto le iba bastante bien, sino por el reto de poder conseguir algo histórico como ganar dos botes en una tragaperras de esas características.

Elmer dijo entonces que su plan era el de algún día llegar a conseguir esta hazaña una tercera vez, pero tan solo dos años después de esa segunda victoria, falleció. Se marchó pero lo hizo dejando una huella importante y poniendo su desconocido nombre en primera plana de Estados Unidos durante dos momentos, de los más felices de su vida. La fortuna tiene estas cosas, que persigue a unos y a otros no tanto. Pero en los juegos de casino tiene un encanto especial que atrae a todos. La magia del entretenimiento.