Hay personajes muy singulares y que acostumbran a sorprendernos más de lo que en un principio nos pueda parecer. Para poder entenderles hay que hacerse preguntas. Preguntas de las que a priori podamos obtener una respuesta, aunque luego no sea así. ¿Puede un docente enseñar sin ser profesor? ¿Puede un bombero ayudar a las personas sin apagar fuegos? La respuesta más obvia para ambos casos sería que no, pero existen algunas aficiones y profesiones en las que todo esto puede cambiar.
El juego es una de ellas. Siempre nos sorprende y en este caso no podía ser menos. No solo los grandes jugadores son los que más destacan dentro de su mundo, también todas aquellas personas que han contribuido a que los jugadores puedan cumplir sus objetivos de la mejor manera posible. Uno de ellos fue el estadounidense Julian Braun, un tecnólogo que a mediados de su vida se empezó a interesar por el juego y en concreto por el blackjack. No solo se interesó, sino que se dedicó a mejorar y optimizar las técnicas ya conocidas sobre el conteo de cartas.
Al final de su vida lo logró, y por eso está considerado como otro de los grandes de este juego. No fue el terror de los casinos, como hemos podido comprobar sobre otros personajes. De hecho, vivió un capitulo que le hizo alejarse bastante rápido de las salas de juego. Sin embargo, eso no le apartó de su objetivo. Siguió estudiando en casa y ayudó a otros jugadores a conseguir lo que él no pudo o no se atrevía a hacer.
Además, al igual que muchos otros, dejó huella en el mundo del blackjack gracias a la publicación de un libro. Un escrito en el que dejaba todas sus vivencias, todos los detalles sobre sus técnicas y un montón de novedades que ayudarían a futuros jugadores. Por todo eso y mucho más se merece un sillón de gala en el mundo del juego. ¿Y sin jugar? Tal cual, sin jugar. Estas cosas también ocurren.
La historia de Braun arranca en Chicago, en 1929. Desde muy pequeño estuvo considerado como una persona con un intelecto superior y que además sabía muy bien lo que se hacía. El juego no llamaría su atención hasta mucho después de tener encarada su carrera, sin embargo las matemáticas y la física si que eran lo suyo. En su educación secundaria logró un par de reconocimientos en estas áreas, hasta que se desplazó a la universidad. Su andadura le llevó a San Diego, en California, donde realmente pudo completar su grado y licenciarse.
En el camino hacia su posgrado ya se dedicaba a enseñar a otros alumnos en la propia universidad. Era una mente privilegiada capaz de hacer este tipo de cosas, aunque también le tocó pasar por el ejército con apenas una veintena de edad. Tras completar sus estudios, fue enviado a Detroit. Allí trabajó en una división militar que se encargaba de misiles. Él sabía que el ejército no era su lugar, pero le gustaba aprender y que mejor que hacerlo ayudando a su país.
Finalmente, el IBM llamó a su puerta y no dudó en aceptar su oferta. En esta reconocida multinacional, dedicada a la tecnología, no tardaron en darse cuenta de que Julian tenía algo muy particular. Tanto, que fue destinado a la filial de este instituto en su ciudad natal, Chicago. Braun ya estaba instalado y tenía toda una vida por delante para hacer grandes descubrimientos en el sector que era su pasión. Pero el juego se iba a cruzar en su vida sin que él mismo se diera cuenta.
No podía ser de otra forma. Una de las que hemos visto ya con varios personajes, que se acabaron convirtiendo en prominencias del blackjack. El libro “Beat the Dealer” de Edward Thorp cautivó a Braun. Tenía muy claro que quería saber cómo Thorp había llegado a esas conclusiones a través de unos sistemas en una computadora. Parecía increíble que hubiera podido hacer a una máquina ordenar los sistemas de conteo por sí misma, pero así era. Julian intentó ponerse en contacto con él enseguida. Tenían mucho de lo que hablar.
Cuando lo consiguió, ambos estuvieron conversando varias veces. Braun le pidió a Thorp que le dejara ver la base de su programa informático y este aceptó. Cuando lo tuvo en su poder lo desgranó, hasta que quiso reproducir su propio programa en base a este. Su versión fue bastante parecida a la de Thorp, aunque mejoraba en algunos aspectos la aplicación de los sistemas de conteo de cartas. Braun estaba preparado para dar el salto a las casas de juego y comprobar sus números, aunque antes quiso poner sus ideas en común con otros matemáticos.
Personas como Lawrence Revere también estaban haciendo una labor bastante parecida a la suya por la década de los años sesenta. Entonces, los dos se pusieron en contacto para poder compartir impresiones y ayudarse poco a poco. Braun tuvo una gran repercusión sobre Lawrence y viceversa, al mismo tiempo que ellos también influyeron en otros grandes investigadores del blackjack.
Tan pronto como tuvo todo bien atado, Braun se decidió a probar su sistema en los casinos de la ciudad de Reno. No era algo que le apasionara especialmente, pero tenía que verificar si el trabajo que había estado realizando había servido para algo. Gracias al IBM, Julian había tenido acceso a los procesadores de información más rápidos que nos podamos imaginar. Es decir, las herramientas utilizadas eran muy notables. Lo que estaba en juego era la inteligencia de su mente y su buen olfato para el juego.
El Nevada Club fue el salón que eligió para probar sus artimañas. Nunca jugó con grandes apuestas en las mesas de blackjack, sino que casi siempre rondaba entre los cinco y diez dólares. Nunca apostó más de esa cantidad. Con cabeza y con memoria hacía las cuentas oportunas para que su estrategia diera resultado y lo cierto es que en la mayoría de tablas la partida se acababa orientando más para beneficiar al apostador. La cosa iba bien.
Pero cuando Braun le empezaba a coger el tranquillo al asunto, sus alas le fueron cortadas de raíz. Los crupieres de la sala de juegos se empezaron a dar cuenta de que el hombre realizaba siempre los mismos movimientos, y como tal avisaron a sus superiores. Estos lo acorralaron una noche y le avisaron de que no regresara nunca más por allí. El director del casino había decidido que no lo quería ver más por su local y Braun no tuvo más remedio que aceptar.
Ese fue el punto de inflexión para la carrera del chicagano como jugador. Decidió dejarlo. Pensó que su destino no estaba en las mesas de las salas de juegos, sino que desde la sombra podía trabajar muy bien para beneficiar a otros. Y así iba a ser para el resto de su vida. En el inicio de los años ochenta, Braun publicó su único libro sobre esta temática llamado “How to Play Winning Blackjack”. En esta publicación, Julian abordaba varios temas sobre cómo comportarse en una tabla de este juego y poder salir victorioso.
Braun explicaba sus técnicas sobre el recuento de puntos de las estrategias más básicas del blackjack. Enseñaba a sus lectores en que momentos apostar más fuerte o pararse, dependiendo de la pareja de cartas que se te hubiera repartido, las que se repartieran a los demás y las que se repartiera a sí mismo el crupier. También daba directrices sobre cómo actuar según la carta descubierta que tuviera el repartidor, así como cuándo era el mejor momento para doblar o dividir dentro de la manga.
En el libro, Julian tuvo ayuda de algunos de sus editores para cumplimentar todas las páginas. En algunos capítulos se trata la forma en administrar el dinero para poder optimizarlo y también comenta cuándo aprovechar las rachas y cuál es el momento de tomarse un descanso. Cierto es, que en este tema Braun no estaba muy de acuerdo. Él prefería regirse única y exclusivamente por los números y las estadísticas. Sin embargo, no pudo negar en ningún momento que las rachas de suerte también tenían que ocupar un lugar en su escritura.
Arnold Snyder fue uno de esos colegas con los que habló largo y tendido sobre este tema, aunque nunca consiguieron llegar a un consenso. Tampoco era necesario, ya que cada uno tenía su propia visión. Algunos habían orientado su libro a sus experiencias en los casinos, pero la lectura de Braun se diferenciaba de los demás en eso. Él no tenía mucho que contar de las salas de juego, sus sistemas iban un paso más allá.
Este nunca fue el mejor reclamo para que su publicación estuviera por encima de otras o para que se vendiera más que la de otros famosos jugadores, sin embargo, siempre ha ocupado su lugar en el mundo del juego y del blackjack. Para Braun, todos esos factores de diferenciación eran cuentos chinos. Lo importante era lo que las matemáticas podían comprobar, lo que los números podían comunicar al jugador.
En el año 2000 Braun dijo adiós al mundo y desde entonces es cuando más se ha tenido en cuenta su historia y sus descubrimientos. Un hombre que se hizo grande sin necesidad de vérselas cara a cara con los casinos. Quién sabe si los casinos online de hoy en día hubieran sido una buena oportunidad para él.