
Muchos de los juegos que actualmente se han convertido en toda una referencia en los casinos online top del sector cuentan con una intrahistoria que proviene de su origen y que los hace especiales para cualquiera que se interese por ella. Historias que no siempre tienen que ver con el ocio y el entretenimiento de nuestros antepasados, aunque suele ser lo más habitual.
Imagina por un momento que visualizas por primera vez la saga de James Bond, el agente 007 creado por Ian Fleming para ser protagonista de sus novelas, posteriormente llevadas al cine con evidente éxito. Es posible que te sorprendas al comprobar que este personaje era todo un amante de los juegos de cartas y que acostumbraba a retar a sus enemigos mediante apuestas en la mesa de juego.
Seguro que los más cinéfilos han visto la película Casino Royale del año 2006 y han comprobado la evidente relación del film con el juego. Sin embargo, no todos conocerán la primera versión estrenada en 1954, donde el espía más famoso de la gran pantalla opta por el bacarrat antes que por el poker. Y aunque el segundo es mucho más practicado en la actualidad, lo cierto es que los clásicos siguen eligiendo al primero como su favorito.
Esto es porque el juego del baccarat esconde unos inicios especialmente peculiares que le hicieron encandilar a varias generaciones consecutivas de la Edad Media. Su práctica se ha conservado en la época contemporánea y nos ha permitido descubrir talentos como los de Akio ‘El Guerrero’ Kashigawi, el australiano Kerry Packer y otros nombres destacados vinculados a esta disciplina.
La búsqueda de un sumatorio de cartas lo más próximo posible al 9 es una tarea que se remonta varios siglos atrás y que queremos repasar en las siguientes líneas. El baccarat ha pasado por diferentes nombres, un sinfín de países de todos los continentes y ha terminado ganándose un hueco en el mundo de los casinos en línea. Si me preguntan, un auténtico superviviente en esto de los juegos de azar.
La rocambolesca leyenda italiana
El baccarat podría haber tenido su origen en una antigua leyenda etrusca (civilización del medievo que floreció en la región de la Toscana de la península itálica) relacionada con una doncella y un hechizo. La historia cuenta que nueve dioses encantaron a la dama, condenándola a que su futuro dependiera de un dado de nueve caras, cada una de ellas con un destino diferente esperando a la jóven.
Ella lanzaba el dado contra el suelo de forma que si salía un nueve o un ocho, se transformaría en una sacerdotisa; si salía un siete o un seis, viviría para siempre en el destierro; y si salía un cinco o un número menor, fallecería ahogada en el mar. La historia se enraizó en la cultura italiana hasta el punto de que el destino de cualquier mujer jóven de la época se vinculaba a dicho relato.
Felix Falguiere fue el encargado de darle forma de juego de azar a la profecía italiana. Se basó en las cartas del tarot para ello y bautizó a la disciplina como baccará en torno al año 1.400. Tras casi un siglo encandilando a apostadores locales, el juego fue trasvasado al vecino galo como fruto de la invasión de Italia a manos de Carlos VIII, quien reclamaba el trono de Nápoles para Francia y propició la Guerra Italiana de 1494 hasta 1498.
Los vínculos con la alta sociedad francesa
El rey Carlos no tardó demasiado en importar el baccará y darle su toque particular a partir de ciertos cambios en las reglas. Su nombre pasó a ser el de Chemin de Fer y su dinámica parecía ser algo más atractiva que la del baccará, por el hecho de introducir el concepto de competición frente a la banca como hacen otros juegos de la misma rama como el blackjack.
Durante el reinado de “El Afable”, el baccarat se convirtió en el juego por excelencia de la aristocracia francesa. Su práctica era exclusiva entre la nobleza gala, como así inculcó el propio Carlos VIII al organizar partidas a las que solo podían acudir personajes adinerados del país. Aunque eso también retrasó una evolución que llegaría unos años más tarde cuando se hizo más accesible.
En Francia el baccarat tuvo sus idas y venidas al ser prohibido en diversos mandatos de otros monarcas reconocidos. Pero el juego de apuestas eran tan habitual en los círculos cercanos al poder que nada lo pudo detener. Menos aun cuando se empezó a popularizar entre el resto de la población.
Expansión mundial y popularidad en casinos
La salida de Francia por parte del baccarat se produjo gracias a los viajeros nativos que realizaron incursiones hacia Gran Bretaña en los siglos contiguos. Tanta repercusión atrajo el juego en territorio anglosajón que Flemming terminó creando al agente 007 gracias a los conocimientos adquiridos sobre dicha variante.
A España llegó con el nombre de Punto y Banca y así trascendió también en América Latina como fruto de la etapa colonial hispana. Aunque fue en Estados Unidos donde pronto fue adoptado como una disciplina para apostar en los casinos físicos más destacados del país. No obstante, no tuvo tanta repercusión como los magnates sí que habían conseguido con la ruleta o las máquinas tragaperras.
Así el baccarat pasó a ser un juego mucho más exclusivo de apuestas altas. El acento refinado que le habían aportado los franceses se mantuvo en la década de los 90, pues era extraño ver a un jugador que no portara traje o ropa elegante para practicarlo.
Pero ha sido con el paso al mundo de los casinos en línea en el siglo XXI cuando el baccarat se ha vuelto un fenómeno mundial, capaz de ser practicado por cualquiera y en cualquier momento. Un juego con diversas variantes, adaptado para ser jugado en versiones mucho más veloces y que ahora porta sus propias mesas.