François Blanc: El mago de Homburg y de Montecarlo

Ruleta del Casino Bad Homburg

Para que cualquier negocio pueda desarrollarse se necesita un emprendedor. Una persona que sea la primera en arriesgar por una forma novedosa de ganarse la vida y que tenga un afán importante por conseguirlo. Es así porque normalmente poca gente va a querer ayudarte y aventurarse a que algo pueda salir más, y más sin haber sido probado. Pero para eso están los tipos con una gran autoestima y que creen verdaderamente en lo que están haciendo. Si no hubiera sido por esta gente, ni los casinos de hoy en día, ni los casinos online, ni los juegos de apuestas existirían.

A uno de los que hay que agradecerles que tengamos acceso a esta oferta de ocio es François Blanc. Este empresario francés fue el primer personaje en aventurarse a abrir un local de juego, lo que daría pie a que en el futuro se construyeran los salones tan imponentes que podemos ver por todo el mundo. A la ruleta le hizo una importante aportación, al igual que a países como Alemania o Francia y regiones como Montecarlo. El Casino de Montecarlo echó a andar gracias a él, aunque hasta llegar a ese punto tuvo que pasar por muchas cosas en su vida.

Lo primero de todo fue su infancia. Una infancia en la que Blanc compartió una fijación muy especial por el circo, junto a su hermano gemelo Louis. Ambos disfrutaban cada vez que este espectáculo hacía algún tipo de presentación en el pequeño pueblo de Courthézon, al sur de Francia, y fantaseaban con algún día aprender todo sobre este oficio y hacerse ricos gracias a este. Lo cierto es que al crecer su vida les iba a llevar por derroteros muy diferentes, aunque el mundo del espectáculo seguía siendo su fijación.

En Marsella fue donde los Blanc se aficionaron por los casinos. La ruleta americana llamó su atención y pasaron varios meses probando en este juego. No solo probaron, sino que consiguieron ganancias y eso les motivó a desarrollar su propio local de apuestas en la ciudad. Cuando habían ganado algo más, decidieron expandirse al negocio inmobiliario. Sin embargo, su negocio generó recelo y empezaron a llamar la atención de las autoridades. Acabaron detenidos, liberados al no existir una ley por la que se les pudiera apresar y trasladados a Paris. En la capital francesa siguieron con su modus-operandi y les fue muy bien.

François Blanc

Pero la aprobación de nuevos decretos les obligó a tener que desplazarse una vez más, esta vez a Luxemburgo y finalmente a territorio alemán. No les fue nada mal en sus nuevos negocios, pero Bad-Homburg llamó su atención, ya que uno de los monarcas de esta localidad les pidió ayuda para tratar de atraer a más turismo a la zona. François tenía claro que el camino a seguir era mostrarse atractivos ante el turismo de casinos. Por eso desarrolló el casino de Bad Homburg, en el que introdujo multitud de juegos y puso toda la carne en el asador con la ruleta.

Blanc puso a disposición de sus clientes la ruleta americana clásica con doble cero, pero impulsó la ruleta de un solo cero, la ruleta europea. Este tipo de rueda aporta mayores beneficios que la americana, y aunque la banca se lleva un rédito menor, lo compensa teniendo a más jugadores dispuestos a jugar. Es así como un jugador y un emprendedor en el mundo de los negocios se había convertido en todo un magnate de los casinos. Conocía la mecánica a la perfección y en pocos meses consiguió su objetivo.

Bad Homburg se hizo popular por su oferta de entretenimiento. Alrededor de la ciudad se crearon hoteles, otras salas de juego y alojamientos dedicados a tratar a los ricos, famosos e interesados que acudían a la localidad germana. Aunque es cierto que esto solamente ocurría en la época veraniega. En invierno, el turismo se desplazaba a lugares más cálidos y dejaba como recreación y destino de vacaciones esta villa. Blanc se ganó el apodo del “Mago de Homburg”, al tiempo que creó una leyenda que decía que todo lo que había logrado el galo había sido gracias a un pacto con diablo, fruto de que la suma de todos los números de la ruleta, del 0 al 36, da como resultado 666.

Todo iba a pedir de boca, hasta que Frankfurt decidió abolir los juegos de azar y eso perjudicó gravemente a Blanc. La renovada región de Montecarlo, en la que sí que se permitían estas actividades, fue su destino. En 1850, el país estaba carente de vías para medios de transporte y de esa forma Blanc tenía complicado poder trabajar. Se pidió al empresario que les ayudara, no solo a construir un casino, sino también a fomentar el desarrollo turístico. Tras fundar una sociedad y ponerse al frente de ella, en 1865 consiguió este nuevo hito.

Casino de Montecarlo antiguo

Un hito que le costó a la nobleza dos millones de francos y el 10% de las ganancias de la sala de juegos durante los siguiente 50 años. Eso sí, teniendo en cuenta los personajes que habían tratado de llevar a cabo el proyecto anteriormente y no lo habían conseguido, igual los honorarios de Blanc resultaron hasta baratos. Varias renovaciones llevó más adelante esta histórica reliquia de Montecarlo con François al frente, antes de que finalizara su vida. Así se ganó el título del “Mago de Montecarlo”.

En definitiva, una vida exitosa, vinculada al juego y con importantes avances llevados a cabo en la ruleta. No solo en este juego, sino que construyó spa y otros servicios alrededor de sus casinos, lo que hoy serían los resorts vacacionales que todos conocemos.